Gerardo Gamba, del Instituto de Investigaciones Biomédicas y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), informó que 22.4 millones de mexicanos mayores de 30 años padecen hipertensión, sin embargo, sólo a 7.5 millones se la han diagnosticado y controlado.

En un comunicado de la AMC, planteó que a pesar de que existe una batería de fármacos antihipertensivos, éstos no son suficientes para controlar el problema, porque la mayoría de los pacientes no están diagnosticados o no llevan a cabo el tratamiento.

Planteó que como es una enfermedad crónico degenerativa asintomática, el paciente no se da cuenta de que es hipertenso hasta que se lo dice su médico.

La presión elevada en las arterias, explicó, acelera los procesos de aterogénesis que lleva a infartos de miocardio, problemas de ceguera, enfermedades neurovasculares e insuficiencia renal.

De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2012, la hipertensión arterial varía por regiones.

“Se registró una prevalencia más alta en el norte del país (36.4%) que en el sur (28.5%); en las localidades urbanas (31.9%) que en las rurales (29.9%), y en niveles socioeconómicos altos (31.1%), y en bajos (29.7%)”.

De los adultos con hipertensión arterial diagnosticada, sólo 73.6 por ciento recibe tratamiento farmacológico y menos de la mitad tiene la enfermedad bajo control, detalló.

Advirtió que el ambiente que propicia que se manifieste la hipertensión arterial, además de que es hereditaria, es el consumo de sal y la obesidad.

“Hoy en día se ha identificado una serie de proteínas transportadoras y reguladoras de la sal en las células; por ejemplo, se sabe que el consumo de potasio, que se puede obtener comiendo frutas y verduras, reduce y previene la hipertensión arterial”, destacó el especialista.

Expuso que existe una curva de función renal, donde el riñón mantiene una presión arterial en nivel normal, 100 milímetros (mm) de mercurio, en el cual se mantiene en un balance entre cuánto comemos y cuánto orinamos de sal; los problemas empiezan cuando una persona tiene presión sistólica (durante la contracción del corazón) sostenida por encima de 139 mm.

En este sentido, indicó que el laboratorio en el que trabaja se realizan estudios con transportadores de sal en el riñón, que son fundamentales para determinar la excreción urinaria de sal y, por lo tanto, son críticos para definir la presión arterial.

Las alteraciones en estos transportadores producen hiper o hipotensión arterial y bloquearlos con diuréticos es útil para el manejo de esta enfermedad, subrayó.

Expuso que su interés y el de su grupo se centra en los mecanismos de regulación de estos procesos, para lo cual se utilizan técnicas que van de la investigación clínica hasta la ingeniería genética.

“Aunque es necesario investigar más los procesos a nivel molecular, se ha encontrado que la obesidad es otra enfermedad que provoca resistencia a la hormona insulina, lo que ocasiona hiperinsulinemia y, posteriormente, hipertensión arterial”, señaló el investigador.

El ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011 en el área Físico-Matemáticas y Naturales dijo que se puede hacer algo por disminuir la obesidad y por aumentar la actividad física, pero es muy difícil que la sociedad disminuya la ingesta de sal.

“Aunque se retire un salero de la mesa, los alimentos ya se encuentran salados para evitar que se echen a perder, de lo contrario no se podrían proporcionar alimentos en urbes tan pobladas como la Ciudad de México”, sostuvo.

La perspectiva a futuro es explorar cómo hacer para que la gente deseche más sal a través de sus riñones”, puntualizó.

Fuente: México, 31 Oct. (Notimex).