En 1945 se empezó la producción de este corto, una coproducción de los estudios Disney y el artista surrealista Salvador Dalí, pero por razones de presupuesto la obra se frenó. Medio siglo después el storyboard que había sido abandonado recobró vida y se convirtió en esta maravilla: Destino.

La caricaturesca realidad de Disney se ve distorsionada por la fantástica imaginación del artista español, creando una mezcla perfecta de imágenes que, acompañadas por la música de Armando Domínguez, permiten a nuestros sentidos volar y confundirse entre ellos mismos para regresar a la normalidad y hacernos notar que tenemos una sonrisa en la cara.