El paso del libro impreso al digital es el inicio de una revolución igual o más grande que la invención de la imprenta de Johannes Gutenberg en 1450, aunque se debe evitar el riesgo de descuidar los contenidos, dijeron hoy expertos en Panamá.

“La migración del libro a la virtualización es, sin lugar a dudas, el inicio de una revolución tan o más grande que la que propició la imprenta de Gutenberg”, dijo el presidente de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Raúl Padilla.

El académico mexicano fue el orador principal el lunes en la sesión plenaria del VI Congreso Internacional de la Lengua de Panamá, para evaluar la trascendencia de la industria editorial a la luz del surgimiento de las nuevas tecnologías aparejadas a Internet.

Se necesita que todos los interesados en el tema aporten en “trazar un mapa de ruta que oriente desde ahora nuestros pasos en esta nueva etapa de expansión del libro y del español en todos los continentes”, indicó Padilla.

En coincidencia, el ejecutivo del grupo editorial PRISA y del diario El País y académico, Juan Luis Cebrián, presente entre el público dijo a periodistas que la revolución de la era digital es mayor a la transformación generada por la imprenta.

“Lo podemos comparar al invento del alfabeto, es un cambio de civilización”, indicó.

Por su parte, el vicepresidente del grupo editorial Planeta, José Creuheras, uno de los participantes en la mesa redonda de la plenaria, indicó que esa revolución abre posibilidades para que los escritores lleguen a más lectores.

“La irrupción de las nuevas tecnologías ha representado para la transmisión del conocimiento una revolución solo comparable con la aparición de la imprenta en el siglo XV. La aparición de los nuevos soportes ha ocasionado la mayor de las revoluciones”, indicó.

Pero también los participantes alertaron sobre la actual incertidumbre sobre lo que ocurrirá para la industria del libro, en momentos en que hay más lectores pero se ha reducido la venta de los impresos.

Pese al poder económico, en América Latina solo se leen dos libros por habitante al año por varios factores, entre ellos, el bajo ingreso, los niveles educativos y una enorme diversidad de autores.