¿Quién es quién en el Olimpo?

Novena parte: Démeter la Diosa Madre

 

Dentro del panteón griego existe una deidad por demás antigua; su origen es obscuro y se piensa que su culto tiene principios desde la más remota antigüedad, incluso antes de existir la cultura helénica como tal. Esa es la diosa Démeter (Ceres en su acepción latina). Al parecer esta deidad femenina tiene sus inicios cuando el hombre, durante la época Neolítica, descubre los beneficios de la agricultura.

Busto que representa a la diosa Démeter, luciendo un tocado que la identifica con su carácter ctónico y solemne.
Busto que representa a la diosa Démeter, luciendo un tocado que la identifica con su carácter ctónico y solemne.

Sin embargo, son muchas las facetas que tiene la diosa madre, pero la de Démeter es en especial particular. Patrona de los agricultores, es ella quien hace florecer la vegetación y madura los frutos para la cosecha; de ella dependen todos los seres vivos de la tierra y, según la dra. Rosa Martínez Ascobereta, el nombre de esta divinidad tiene su etimología en Da Mater, o sea “La Gran Madre”.

En la mitología griega, es hija de Cronos (Saturno) y Rea (Cibeles); según la región proveniente del mito, a veces figura como la hija mayor de estos titanes, disputándose este lugar con su hermana Hera (Juno). Sea como sea, su carácter ctónico no la alejó de los impuros deseos de su hermano Zeus, quien en la primera ocasión presentada la embarazó de su única hija, dato curioso al ser la gran madre.

Así las cosas, Démeter dio a luz a su hija Core, a quien celosamente resguardó del contacto con otros dioses; no obstante el destino es curioso y quiso que cierto día, mientras la jovencita jugueteaba con las ninfas del bosque, lanzando inocentemente una esfera dorada, el dios Hades (Plutón) la observara embobado y quedara prendado de su inocencia.

El señor de los muertos no dudó en raptarla llevándosela al inframundo; Démeter al percatarse de la ausencia repentina de su amada hija, se lanzó en su búsqueda por todo el orbe sin éxito alguno. Esto le infundió una enorme tristeza por lo cual la diosa decretó que nada en la Tierra daría fruto y flor hasta que le fuera devuelta Core, así el mundo se sumergió en un estado yermo, frío e inhóspito; los bosques se secaron, los prados perdieron su brillo y los desiertos cubrieron el planeta.

Zeus (Júpiter), preocupado por el estado del cosmos convocó a todos los dioses para buscar a la hija perdida; sin embargo, no tuvieron éxito para encontrarla, pues Hades la había escondido en los aposentos más recónditos del inframundo, sólo Hermes (Mercurio) fue capaz de dar con su paradero, pues una de sus tareas consistía en acompañar a las almas en su viaje por el mundo de los muertos.

Cuando el joven dios se encontró con la pequeña Core, le advirtió que no ingiriera alimento alguno y en raudo vuelo se lanzó al Olimpo para comunicarle a su padre dónde había hallado a la hija de Démeter; aún así, Hades, astutamente, le ofreció a la jovencita tres granos de granada cultivada en las tierras de los muertos y cuando la comitiva de los olímpicos llegó hasta ella no pudieron sacarla de ahí, pues había ingerido el fruto sagrado del matrimonio y se había comprometido con Hades para toda la eternidad.

Vitral emplomado. Siglo XIX, muestra a la diosa Démeter con sus atributos. Castillo de Chapultepec, México.
Vitral emplomado. Siglo XIX, muestra a la diosa Démeter con sus atributos. Castillo de Chapultepec, México.

Démeter, fúrica, denunció este hecho al señor de los dioses y exigió se le devolviera a su hija o el mundo no saldría de este estado de eterna sequía. No obstante, poco se podía hacer, pues el trato entre Hades y Core era legítimo y en toda regla. Tras largas negociaciones, marido y suegra llegaron a un arreglo:

La mitad del año, Core pasaría el tiempo acompañando a su madre; época en donde la diosa, inflamada de felicidad, propicia el crecimiento de las flores y los frutos. El resto del tiempo pasará el tiempo ocupando su lugar al lado de su celoso amante, adoptando el nombre de Perséfone o Proserpina para su acepción latina; por lo cual Démeter se entristece tanto que la vegetación se seca y muere, sumergiéndose el mundo en un frío atroz, al igual que la diosa. De este modo nacen las cuatro estaciones del año.

Démeter fue venerada en todo el territorio griego y se le consagraron la cebada y el trigo; curiosamente, su relación con su hija Core-Perséfone remite a esta doble faceta de la tierra, es decir de la doble riqueza por la cual el hombre se beneficia: Agricultura-Minería; por ello Perséfone se le relaciona al culto a Hades como deidades de las riquezas o minerales. Aún así, Démeter poco figura en los mitos y rara vez se le ve envuelta en alguna disputa, sólo aquella en la que todos los dioses participaron del lado de Agamenón, es decir en la Guerra de Troya.

Como tal, es una diosa altamente respetada en el Olimpo, donde tiene un lugar reservado al lado de su hermano Zeus, quien orgulloso de ella le escancia, en dorada copa, el néctar privilegiado de los dioses. Todos los dioses la veneran y se dirigen a ella con alto respeto, incluso más que a la misma Hera, quien a su vez, cuida y ama a su hermana. Ahora bien, Démeter comparte los atributos ctónicos con otras deidades como su madre Rea, su abuela Gea, e incluso la misma Artemisa (Diana), pero esto será tema de otro artículo, por lo pronto les deseamos buen cierre de semana y esperamos nos dejen comentarios.