Los Nueve Infiernos. La Historia del Mal

Tercera parte: El origen de las brujas

“La torre negra, crece a media noche, cuando el búho canta… vuelan las brujas en grandes escobas al juntarse las agujas del reloj…” Esta célebre canción del autor Gabilondo Soler, mejor conocido como Cri-cri el Grillito Cantor, fue una de mis preferidas en los años de infancia, y es que la figura de la bruja es uno de los íconos más interesantes de la cultura humana; desde Medea hasta Maléfica, la perversidad femenina que encarnan, sigue atrapando la imaginación popular.

             Pero… ¿quién es realmente esta mujer, de zapatos puntiagudos y risa estruendosa?, ¿existieron realmente o fueron elucubraciones misóginas para descargar las frustraciones del varón medieval? Ecos del Pasado dedica este artículo a comentar los principales aspectos de la bruja, a lo largo de las centurias.

              Iniciamos con la madre de todos los vicios: Lady Lilith. Según los mitos hebreos, Jehovah creó al hombre y a la mujer del mismo barro, esta pareja primordial adquirieron los nombres de Adán y Lilth, sin embargo, la mujer se negaba al sometimiento sexual ante el varón pues argumentaba la equidad de género:

           –¿Por qué he de someterme a estar por debajo de ti, si fuimos creados del mismo barro? – decía ella mientras colocaba a su amante por debajo.

Adán, cansado de la situación, elevó sus quejas ante su padre celestial, quien trató de convencerla para que cediera ante los deseos de él; Lilith, harta, mandó directito al tabernáculo a Dios, a Adán y al Paraíso Terrenal, renunciando por cuenta propia a la gracia divina para dirigirse a la mítica tierra de Nod (que en hebreo quiere decir “vagar”) donde, según la leyenda, conoció a su marido y copuló con él; cabe aclarar, que el cristianismo, nada original, adaptó esta historia asignándole como segundo amante al mismísimo Lucifer.

           Sea como sea, Lilith copuló con el demonio en persona (pos nimodo que no) y aprendió el arte de la hechicería, transformándose en la primera bruja de la historia, y es que, según la RAE bruja se refiere a la mujer que tiene pacto con el diablo, y por ende, poderes extraordinarios. ¿Pero cómo le hizo la bruja para hacer pactos con el diablo antes de que la idea del diablo existiese en sí misma?

            Pues bien, para comprenderlo, habrá que rastrear el origen de la palabra en sí misma, según los lingüistas: Pedro Felipe Monalu y Sebastián Covarrubias Orozco, la etimología de este vocablo, aunque es incierto, tiene sus orígenes en las lenguas nórdicas, posiblemente de brugga (hervir pociones), o del protocelta brixta (hechizo), brixto (fórmula mágica) o brixtu (magia). De este modo podemos comprender que la

bruja es aquella que domina el secreto de la naturaleza, pues tiene un vínculo con lo materno, tan fuerte, que le permite desentrañar los más profundos conocimientos de la Tellus Matter.

           En la mitología griega, Hécate, es la diosa del inframundo patrona de los hechiceros, mientras que en Mesoamérica es el dios jaguar o Tezcatlipoca (en la región náhuatl) quien ofrece este tipo de conocimientos. Para los olmecas, por ejemplo, es el jaguar quien domina la fuerza del enigma, pues, como es sabido este animal no caza a nivel de piso, sino sabe esconderse perfectamente entre la foresta, como si fuese hecho de humo y desapareciera ante la vista de los hombres.

            Con el paso del tiempo y el surgimiento de la era cristiana, estas propiedades paganas, antes consideradas sabiduría, se transformaron en herejía. La Santa Inquisición desarrolló su Melleus Maleficarum conocido también como el Martillo de Brujas, un manual para todo sacerdote y exorcista. Así fue como la bruja, dejó de ser la poseedora de los secretos de la tierra para convertirse en el receptáculo femenino del demonio.

         Por otra parte, el mito del vuelo en escoba de las brujas parece algo obscuro, sin embargo existe la teoría de que el origen de estos vuelos se debía al uso de un ungüento mágico (mezcla de belladona, mandrágora y otras hierbas) y, como la sexualidad femenina estaba más que olvidada, estas mujeres medievales untaban palos de escoba con este maravilloso remedio para la “histeria femenina”, es decir, ante el dejo y olvido de sus necesidades sexuales, muchas mujeres durante esta época, recurrieron al arte masturbatorio mediante alucinógenos y palos de madera. De ahí que, según el psicoanálisis, la escoba es un símbolo fálico y la bruja es la femme fatale que devora hombres, saltándose los estándares del rol femenino bajo el yugo de una sociedad patriarcal.

           Finalmente, el Antiguo Testamento, nos narra que Caín, al matar a su hermano Abel, fue desterrado por Dios a la tierra de Nod donde conoció a su mujer, o sea Lilith, con quien copuló y engendró a la raza de los caínitas: licántropos, vampiros, brujos, enanos, duendes, gitanos, actores, músicos, saltimbanquis y cirqueros; dicho de otra manera, razas de seres incivilizados que no viven de cultivar la tierra.

           Hasta aquí llega esta artículo, el cual sólo podría servirnos para abrir boca de un tema, por demás fascinante y que nos permitiría realizar una tesis doctoral en Historia de la Cultura. Les deseamos un excelente cierre de semana y esperamos nos dejen sus dudas y comentarios.