Jorge Ovejero

Despertar una mañana con una llamada en la que avisan sobre el fallecimiento de una completa desconocida trastoca la vida de Samuel y le hace construir una historia alterna, en la que se inventa una relación con la difunta; eso le sucede al protagonista de la más reciente novela de José Ovejero (Madrid, 1958), La invención del amor, la cual le permitió obtener el Premio Alfaguara de Novela 2013.

Una historia con la que el autor de libros como China para hipocondríacos, La comedia salvaje o Cuentos para salvarnos a todos  ofrece una reivindicación de la creación literaria y el papel que juega en nuestro tiempo.

La invención del amor se presenta el próximo jueves, a las 19:30 horas, en el Lunario del Auditorio Nacional, con una conversación entre José Ovejero y Xavier Velasco, además de una lectura dramatizada dirigida por Raúl Quintanilla. Antes el escritor español sostendrá un encuentro con sus lectores en la Librería Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo, hoy a las 19:30 horas, y mañana en El Péndulo de Polanco, a partir de las 20:00 horas.

[sws_blue_box box_size=”700″]¿Cómo entraste a una historia en la que el protagonista se “inventa” una parte de su vida? [/sws_blue_box]

El jurado decía que es una novela sobre la fuerza transformadora de la imaginación. En el fondo hablar sobre eso significa hablar sobre la fuerza de la ficción para cambiar la realidad: sé que una novela no va a cambiar el mundo, pero escribir, leer, meternos en buenas ficciones, al final nos permite utilizar la imaginación para entrar en un mundo que no es nuestro.

Al final, Samuel se inventa una realidad para sentir la propia realidad. Cuando escribes o cuando lees haces lo mismo.

[sws_blue_box box_size=”700″]¿Cómo entender a la imaginación en tiempos en que estamos atiborrados de instrumentos que parecieran conducirnos a su pérdida? [/sws_blue_box]

La imaginación puede estar en Internet, en los videojuegos o en una computadora. El problema para mí no son los medios, sino la banalización de los contenidos, el que al final no hagan lo que hace la buena ficción, sino todo lo contrario: se convierten en un lugar para esconderse y escapar de una realidad que no nos gusta, en vez de ser un espacio que nos permita enfrentarnos a la realidad.

El problema es que pertenecemos a un tipo de sociedad en el que se pretende que estemos distraídos, no miremos las cosas y no nos impliquemos con la realidad.

[sws_blue_box box_size=”700″]La invención del amor ofrece una cierta recuperación de los valores que tienen la literatura y la lectura [/sws_blue_box]

La literatura tiene un lugar en el mundo. A veces me han preguntado si sirve para algo la ficción: sí, sobre todo para crear mundos que al final sean importantes en nuestra propia vida. Mis novelas con más una forma de entablar un diálogo, de sacudir al lector, de hacerle mirar ciertas cosas, pero no diciéndole lo que debe pensar. Reivindico a la literatura en mi obra y en esta novela reivindico la imaginación, la invención y una buena historia, porque al final el protagonista se dedica a construir una buena historia, lo que de alguna manera la ayuda a construir su propia vida.

[sws_blue_box box_size=”700″]Samuel necesita de la imaginación para darle un vuelco a su vida… [/sws_blue_box]

Vive cómodo, no se plantea peligros: no baja a la calle, metafóricamente hablando, prefiere ver todo desde la terraza. Lo que pasa es que bajar a la calle le da cierta emoción a la vida. El uso de la imaginación es una manera de sentir ese vértigo que precede al cambio: si siempre das un paso atrás eludes también el cambio y en mi declaración de principios está la defensa del vértigo.

[sws_blue_box box_size=”700″] ¿Qué lugar ocupa el amor dentro de la novela? [/sws_blue_box]

Es el eje de la historia, pero es un amor extraño, porque el amor central es hacia una mujer que el protagonista no ha conocido y no va a conocer. No sé si sea una novela de amor, pero sí sobre el amor.

Con la idea, además, de que el amor puede construirse a partir de una ficción, pero es indispensable…

No digo que el amor transforma al mundo, pero sí a nosotros. No creo que haya sentimiento más universal en toda la literatura, en todo el cine: da igual que quieras eludirlo o que, como mi personaje, no uses la palabra amor, pero está ahí, es una de las sensaciones básicas, el eje de la supervivencia de la especie.

Milenio