Probablemente ya sepas que los expertos recomiendan cepillarse los dientes dos veces al día. No obstante, lavarse los dientes no sólo es importante para tener el aliento fresco. 

¿Sabes qué pasa si olvidas u omites lavarte los dientes antes de acostarte? Pasa algo un poco asqueroso: estás facilitando el crecimiento de bacterias en forma de placa, lo cual puede provocar caries y la enfermedad de las encías.

“Pásate la lengua por los dientes justo alrededor de las encías. Seguro que encuentras algo que se te ha pegado difícil de identificar”, explica a The Huffington Post la dentista Ruchi Sahota. “Se trata de placa”.

Por suerte, al lavarte los dientes “remueves las bacterias para que no se queden ahí“, afirma, porque, si no, te dañarían la dentadura. Además, cuanto más se quede la placa en una zona, más probabilidades tiene de convertirse en sarro, “ese material duro y amarillo que a veces notas entre los dientes”, que puede provocar inflamación y sangrado en las encías, explica. Si no tratas este problema, te arriesgas a perder piezas dentales.

Aunque no se sabe exactamente cuándo puede empezar la placa a ser peligrosa, “una caries se puede formar con sólo una vez que no te laves los dientes”, asegura Sahota, quien insiste que las probabilidades aumentan si tus olvidos son más frecuentes de lo que te gustaría admitir.

Aunque no termina ahí la cosa: el no lavarse bien los dientes puede ser igual de malo, advierte la especialista. La rutina de dos veces al día no es ninguna broma, y es preferible hacerlo con pasta fluorada y un cepillo de cerdas suaves. Cada cepillado debería durar unos dos minutos y cubrir toda la superficie de los dientes, no sólo las partes que se ven al sonreír, asegura. Los expertos también recomiendan usar hilo dental una vez al día y visitar al dentista de forma regular para que se ocupe del resto, como por ejemplo, el sarro, que sólo puede limpiar un profesional.

Tampoco hay que engañarse: los chicles, los caramelos y el enjuague bucal no son sustitutos del cepillado. Los tres pueden aportarte frescor en la boca, pero “el cepillo y el hilo dental son los únicos capaces de quitar físicamente la placa”, concluye Sahota.