Contemplar las ilustraciones del coreano Daehyun Kim invita a perder el habla, a pensar sin usar palabras. Sus dibujos nos muestran escenas que son poesía callada, meditaciones íntimas expresadas en forma gráfica. Entre el blanco y el negro de su obra hay un mar de silencios, un vacío que espanta. Pero es un vacío conocido, acostumbrado, con el que no cuesta identificarse.

Daehyun dibuja de una manera nítida, delicada y austera, hace de la timidez y la simplicidad virtudes capitales. Sin malgastar las líneas, consigue encerrar un amplio abanico de evocaciones en unos dibujos claramente marcados a nivel de estilo por su estudio de la pintura tradicional del Asia oriental.

Confusos, curiosos, aburridos, cansados… sus personajes neutros, casi gemelos, buscan la manera de entender el mundo. Esconden la cabeza en charcos para enjuagar las dudas. Se sumergen en aguas estancas para escapar del frío. Exploran mentes ajenas bajo el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna. Se colocan caretas para pasar desapercibidos, o para jugar a ser yo-otros, o para poder verse a sí mismos desde nuevas perspectivas.

En sus momentos de soledad introspectiva, en sus juegos íntimos de exploración en pareja, en esas situaciones de compromiso con uno mismo o con el otro, nos vemos a nosotros mismos. Es fácil sentirse parte del mundo psíquico que Kim retrata en Moonassi.

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Fuente: PlayGroud